lunes, 22 de julio de 2013

Hablemos de aconsejar

Recuerdo tantas veces en las que he encontrado el sentido de las cosas oculto en momentos que pensaba que no eran tan relevantes. Recuerdo también que no he encontrado nada en momentos que desde mi ser eran catalogados como imprescindibles para mi existencia, para mi felicidad, para mi estabilidad. 
Nunca se donde me voy a encontrar ese aliciente que en este momento me falta, tampoco se con certeza qué es lo que falta.
Con unos cuantos ingredientes consigues ser feliz, pero por un tiempo...Si descuidas tu felicidad, un día cualquiera ella llamará a tu puerta reclamando atención.
No quiero ser de esas hipócritas que da consejos para ser feliz y no se los aplica a sí misma. De esos hay tantos...Dicen que los consejos son una forma de nostalgia, son como sacar el cubo de basura de los sentimientos hacia fuera y que hay que tener paciencia con quien te los da. 
Desde luego que hay que tener paciencia...Normalmente los consejos más nostálgicos son aquellos referidos al amor, a una historia de dos personas que no funcionó y te intentan transmitir desde ahí que tengas cuidado, que andes con mil pies, que no te fíes de nadie...Realmente tenían razón cuando me aconsejaron con toda esa patraña de dichas, pero los consejos nunca me sirvieron de nada. Solo sirvieron para que quien me los contó dijese al final "te lo dije". 
Yo antes era tan profesora de consejos...Para cualquier problema tenía un consejo guardado cual "as" bajo la manga...Al tiempo me di cuenta que una persona cuando tiene un problema no pretende escuchar consejos, pretende que las apoyes con cualquier discurso que maldiga toda la existencia de ese problema, pretende que escuches pero que no hables demasiado pues no te va a escuchar, pero principalmente pretende que la comprendas, cosa que no entra en los criterios de los consejos. 
"Hasta que no me caiga por mí mismo, no aprenderé"

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